Escrita por su hermano Andrés y leída en su funeral el 24 de marzo de 2023.
Charlie Parker – Out of nowhere
Estos días me he preguntado por el sentido de todo esto. ¿Por qué se tiene que morir alguien con tantas ganas de vivir y tantos proyectos que le hacían ilusión?
Para explicaros mis pensamientos necesito hablar un poco de filosofía (no os preocupéis, será breve), que ya sabéis que Oriol era un auténtico filósofo y, además, aunque no era creyente, le interesaba mucho la espiritualidad y entendía y respetaba las religiones.
Yo también pienso así: aunque respeto a los creyentes, yo personalmente no creo que haya alguien por ahi que nos haya creado y que tenga un plan para el Universo y esas cosas. Creo más bien que el Universo está ahí, es como es, y cada pieza debe encontrar cuál es su sitio en él. Y el papel que tenemos los seres humanos es el de darle sentido a las cosas y a las vidas. Como dijo José Antonio Marina (el filósofo favorito de Oriol, que fue su profesor de instituto), el ser humano es creador de significados. Y otro gran psicólogo y filósofo que se llamaba Viktor Frankl decía que cuando una persona encuentra cuál es el sentido de su propia vida, y lo cumple, esa persona puede ser feliz, sea cual sea su circunstancia, y también hace felices a las personas que tenga alrededor.
Oriol tuvo una circunstancia muy dura, pero encontró el sentido de su vida. Su objetivo fue siempre tener una vida normal, como la de todo el mundo, hasta donde fuera posible. Nunca dejó que su enfermedad le dijera lo que no podía hacer. Mientras que otras personas en su situación acaban internas en un psiquiátrico, con la cabeza fuera de este mundo, Oriol hasta el último momento estuvo estudiando, haciendo trabajitos y creando proyectos. Estudió filosofía y magisterio musical, y sus alumnos le adoraban. Se sacó recientemente su título de técnico oficial en seguridad informática, tocaba el saxofón cuando podía, organizaba sus colecciones de cosas, nunca olvidó su viaje a Cuba (quizá el momento más mágico de su vida) y hasta estaba aprendiendo chino para hablar con sus amigos chinos del barrio.
Y ayudaba a los demás. Esto es la otra parte del sentido de la vida de Oriol. A pesar de que él estaba para que le cuidaran, se preocupaba siempre de todo el mundo. Se sabía los cumpleaños de la gente, llamaba para preguntar qué tal estábamos (y para contar sus batallitas), cuando alguien tenía un problema, sabía que podía acudir a él y él lo daría todo (a veces hasta demasiado) por ayudar. Sabía más que nadie de locos y locuras, y siempre estaba ahí para tomarse las cosas con humor, empezando por él mismo, brindarte una sonrisa, arreglar tu ordenador o animar una reunion con un chiste (o una ráfaga de docenas de chistes de Eugenio, aquel del «saben aquel que diu»…).
Oriol tuvo una vida difícil, pero tuvo una buena vida. Y ha hecho mejor las vidas de los que le rodeamos, que ahora le llevamos dentro. Porque bueno, tampoco tengo yo sensación de que haya otra vida individual después de esta, pero lo que sí sé es que, al igual que su cuerpo material pasará a formar parte del mundo, de otra manera, lo que el fue, ahora es parte de todos nosotros, y ahí sigue y seguirá existiendo.
Por que claro, es como aquel que diu… Uno que se muere y sube al cielo. Allí le recibe San Pedro que le dice “- Hola hijo mío, cómo te llamas? – Soy San Miguel. – Ah muy bien, pues deja dos cajas…”.